jueves, 21 de marzo de 2013

Ciclo de vida de una colmena.


  Mirando a la colmenas como un único animal, podemos decir que su desarrollo está pautado por la naturaleza, las condiciones ambientales, y mas específicamente por las estaciones del año. Al comienzo de la primavera, cuando comienzan a aparecer los primeros estímulos de la llegada del buen tiempo y la aparición de las flores, la abeja reina agudiza su frecuencia de postura, lo que produce un exponencial incremento de su volumen en cantidad de abejas, necesarias para cumplir al máximo todas las funciones y en especial la colección de néctares y polen. Se da lugar al nacimiento de los zánganos y nuevas reinas.

  Dadas ciertas condiciones dentro del nido, asociadas a la prosperidad y la sobrepoblación de individuos y la limitante de espacio, la colonia comienza a criar celdas de reina, y días antes de que estas reinas nazcan, se preparan para la enjambrazón.

   La enjambrazòn es el proceso de bipartición de la colonia de abeja y da lugar a una nueva familia, es un proceso crítico de concepción, se produce por así decirlo, un nacimiento. Dependiendo de determinadas circunstancias, externas e internas, una colonia de abejas puede generar más de un enjambre por temporada. Y éstas alcanzan a desarrollarse durante el verano lo suficiente como para haber acumulado reservas de provisiones alimenticias, para cuando llegue el invierno.

  Con las señales que evidencian la llegada del otoño, las abejas se reorganizan en función de la economía, de las reservas y el acondicionamiento de la cavidad del nido a las futuras condiciones hostiles del invierno. Son eliminados los zánganos y la reina disminuye notablemente su frecuencia ponedora buscando una disminución de la población de individuos hasta un nivel basal mínimo necesario para poder sobrevivir en lo que podría ser comparado a un sueño invernal o estado de latencia, hasta la próxima venida de las flores, la primavera del año venidero, donde todo comienza otra vez.

  Lo curioso y formidable de esta dinámica es que la colonia de abeja se renueva a si misma constantemente, y de no ser por condiciones externas desfavorables, catastróficas o alguna enfermedad, no se produciría su muerte. En otro orden de cosas se puede decir que una abeja al nacer tiene todo lo que necesita para asegurar su vida, dado antes por sus antecesoras, y en consecuencia agota todas sus fuerzas y recursos en el aseguramiento y seguridad de sus predecesoras, se sierra perfectamente el círculo, procrea y a la vez renace.

  Se ha hablado en términos del “animal colmena” porque la abeja no se comporta como un individuo, prueba de esto es la manifestación de su instinto de defensa, la picadura. El uso de su aparato vulnerador o picador le provoca la muerte, es una contradicción inherente el hecho de que un individuo se defienda perdiendo la vida, como única opción, por tanto este sistema está diseñado para la defensa de la colonia como lo que es, el individuo, el animal colmena. y  como tal: nace, se desarrolla  se reproduce, intercambia energía con el ambiente, se protege,  migra, se enferma, tiene un nicho ecológico  y muere.   

 Es curioso, pero otra vez nuestra abeja rompe un esquema dentro de las reglas que marcan las características de los organismos vivos, y es esa facultad de  tener en su ciclo de vida los dos modos conocidos de reproducción, la sexual que tiene lugar entre la reina y el zangano, y la asexual, que tiene lugar en el enjambre. 

  



Organización de la colonia de abejas.


   En la colonia de abejas existen los individuos hembras representados por las abejas obreras y la reina, y los machos representados por los zánganos. La reina es en una familia de abejas el único individuo con capacidad reproductiva. Presenta el aparato reproductor y todas las funciones relacionadas con éste, muy desarrollado. Es la progenitora de todos los individuos de la colonia, nace a los 15 días y es capaz de mantenerse activa hasta 6 años, antes de ser reemplazada por otra.

  Las abejas obreras son también abejas hembras, pero en ellas, por la acción de ciertos mecanismos hormonales regulados por la abeja reina, les quedan inhibidos los órganos reproductores. En cuestión, la abeja reina produce dos tipos de huevos, y es en dependencia de si estos sean fecundados o no, que los individuos nacerán hembras o machos. Si el ovocito es fecundado nacerá una abeja hembra que podrá ser reina u obrera, si por el contrario este huevo no es fertilizado, nacerán machos, por medio de un complejo mecanismo llamado partenogénesis, donde se activan los procesos de desarrollo embrionario de un huevo sin la acción de un espermatozoide. Por tanto, éstos individuos resultan haploides, es decir, presentan solo la mitad de la dotación genética de la especie.

    Las funciones de cada uno de estos individuos están muy bien delimitadas dentro de la colonia de abejas. La reina tiene la función neta de procrear, por eso ya en su etapa juvenil debe ser capaz de acopiar suficiente esperma de machos que le servirán de banco de espermatozoides para toda su vida útil, éstos espermios procedentes de múltiples machos son guardados y conservados vivos en receptáculos especiales dentro de su abdomen y utilizados para fertilizar sus huevos uno a uno en cada oviposición.

  La reina puede llegar a poner casi tres veces su peso en huevos cada día en las etapas de máxima demanda, cuando es primavera y abundan los flujos nectarios, pero nada puede hacer por alimentar ni proteger las proles, esta función está estrictamente llevada a cabo por las abejas obreras.

  Las abejas obreras nacen a los 21 días y a lo largo de su breve vida y dependiendo de su edad se van desempeñando en diferentes funciones, reguladas además por expresiones genéticas bien específicas. En sus primeros días de vida solo se ocupan de alimentar a las crías más jóvenes con una secreción de sus glándulas hypofaringeas conocida por Jalea real, capacidad que pierden a los pocos días, cuando empiezan a desarrollar otras glándulas en la región ventral de los segmentos abdominales, las glándulas cereras. En ésta etapa se desempeñan como constructoras y reparadoras de las estructuras dentro del nido, son también las responsables de las labores de aseo, orden, procesamiento y conservación de los productos colectados, sin dejar por alto el cuidado de las crías.

  Todas éstas son etapas previas al pecoreo, y se les denominan juveniles, la abeja obrera juvenil, a diferencia de la reina, no ha terminado de madurar el exoesqueleto quitinoso, ni sus alas, ni su aparato defensivo, por lo que no vuela, ni pica. Cuando esto ocurre, la abeja está lista para salir del nido y ocuparse de las funciones de exploración recolección y defensa. Se sabe que puede darse el caso en situaciones críticas en que abejas ya maduras vuelven a adquirir capacidad de producir jalea real como cuando eran tempranamente juveniles, por lo general en poblaciones que quedaron muy débiles de la invernada, con muy poca población, agotamiento de la reina, y carencia de abejas jóvenes. O cuando se percibe la llegada de tempranos flujos nectarios. De alguna manera la colonia de abejas va regulando estos procesos que están encadenados a las condiciones locales o ambientales y su subsistencia.

  Por último los zánganos, que como ya se ha dicho son los machos de la colonia, nacen a los 25 días y su función es netamente reproductiva. Son cuidados, alimentados y protegidos por las abejas mientras duran las floraciones en la primavera y verano, etapa en que nacen las nuevas reinas y se fundan nuevas colonias. Éstos, por su condición haploide son considerados como gametos alados, solo transmiten una línea de los parentales y son, mas que hijos de la reina, medios hermanos, porque tienen en su núcleo celular la dotación haploide que venía en el gameto del padre o de la madre de su reina progenitora, por eso se dicen que siempre transmiten caracteres de pureza. Luego cuando llegan las condiciones otoñales y disminuyen los flujos nectarios y ya no quedan reinas por fecundar, las abejas retiran todos sus cuidados sobre los zánganos y son expulsados de los nidos. Estos, que carecen de la capacidad de alimentarse por si mismos, mueren por desnutrición o frío, ya no son necesarios y hay que hacer economía con las reservas de alimentos imprescindibles en el invierno, cuando no hay flores disponibles.

 En su conjunto a la colmena de abejas se le debe ver como un animal individual, tal es la característica de este tipo de organización propia de los àpidos, ninguno de sus individuos puede ser autónomo por separado ni un solo día, sino que dependen de una muy estrecha relación de interdependencia, como las células de un tejido. Así también se llevan a cabo con éxito los procesos que conllevan a la homeostasis, tal como la regulación de la temperatura y la humedad dentro de la cavidad del nido, condiciones imprescindibles para el desarrollo de las crías, la asepsia y la conservación de las reservas de alimento de agentes patógenos; hongos y bacterias. Haciendo uso de las palabras del señor Oscar Perone, creador y promotor de la Permapicultura, se podría decir que la colonia de abeja o digamos “el animal colmena, es un animal de células voladoras.

viernes, 15 de julio de 2011

La Enjambrazón.



III-La Enjambrazón.




 El termino Enjambrazón se aplica cuando una colonia de abejas abandona su colmena para establecerse en cualquier otro sitio formando una nueva colonia, la familia que emigra mientras está a la deriva y que puede hacer múltiples escalas antes de ocupar un sitio definitivo donde establecer su morada, se le denomina Enjambre y está compuesto por una reina fecundada y por una legión de varios miles de abejas con sus estómagos llenos de miel para el viaje.



 Cuando la curva de la primavera está En la cresta de su apogeo y las colonias empiezan a crecer con rapidez creciente, aumentando el numero de todas las dotaciones, o de abejas progresivamente más numerosas, en todas las etapas de su laboriosa vida, y el índice de sus nacimientos es muy superior al de su mortalidad, cumpliendo perfectamente sus funciones de recolección, de construcción, de almacenamiento y organización de las reservas, y al mismo tiempo; La reina depositando cientos de huevos durante todas las horas del día; Las limitantes espaciales dentro de la cavidad del nido empiezan a ser notables, ya las abejas han construido y ocupado cada rincón posible, surge una situación de conflicto, de estancamiento, que se traduce sencillamente, a que las abejas y la reina empiezan a competir por el espacio, cuando la más sana relación que puede existir entre las abejas y su progenitora es de total cooperación y no de competencia por los recursos. Están entonces en una situación adversa, hay un obstáculo, es preciso una medida drástica, un salto. Es la imagen del rió que rompe el dique, la energía que debe fluir, de repente se estanca y aparece una tensión que precipita el cambio, el dique cede y la energía se libera con fuerza y vuelve a haber prosperidad y salud. Las condiciones objetivas para el cambio surgen de la contradicción que generan los parámetros de -condiciones externas favorables- como un buen flujo de néctar, disponibilidad de agua y óptimas temperaturas; en contraposición con -condiciones internas desfavorables- como poco espacio y muchos individuos por unidad de área, nacidos y por nacer. Si tenemos en cuenta que las reinas depositan 2500 huevos diarios y la colonia es saludable, 21 días después habrán 2500 abejas más, y al otro día habrán 2500 mas, lo que sugiere que cada dos días habrán un kilogramo más de abejas para ocupar el mismo espacio (1kg de abejas equivale aproximadamente a 5000 abejas o un poco más) cuando una parte de la colonia con su reina lista para continuar su postura deciden migrar a otro sitio se alivian todas estas tensiones por deducción maltusiana, se colonizan nuevos espacios y puede continuar sin obstáculos la Expansión.



 También, producto del grado de saturación de las abejas dentro de la cámara, la reina se ve atosigada por el cúmulo de sus congéneres a su alrededor y se debilitan las señales químicas producidas por las feromonas reales, que son las que mantienen la unidad y cohesión en la familia, esto insita a las abejas a erigir celdas reales como sucede cuando la reina no está presente.



 Pero no nos engañemos tratando de dilucidar las causas por las cuales las abejas enjambran sin tener en cuenta que la enjambrazon es un instinto, razón por la cual aún teniendo espacio ilimitado para seguir construyendo, igual enjambran, a la colonia de abejas hay que verla en su totalidad como un ente sólido, consolidado y con uno de los historiales evolutivos más exitosos de entre los organismos vivos. La colonia de abejas es en su totalidad un organismo vivo, que en muchos aspectos en nada se diferencia de los demás: intercambia materia con el ambiente, se alimenta y sirve de alimento a otros, acumula energía, se defiende de sus agresores, resguarda su territorio, tiene un nicho bien definido, se enferma, y como todo organismo vivo también se reproduce, es decir; Da lugar a otros organismos vivos semejantes. La enjambrezon es el proceso de bipartición del núcleo de una colonia de abejas, es una instancia crítica de concepción y multiplicación, se produce un nacimiento y por eso ocurre cuando las condiciones externas sean tan favorables que garanticen el éxito de las colonias hijas. Este acontecimiento es la base de la expansión de la abeja de la miel por todos los continentes de la tierra, haciendo notar que el hombre la ha ayudado a cruzar los océanos y los istmos montañosos.

 Hagamos a groso modo una descripción de los eventos que tienen lugar dentro de la colonia en las etapas previas a la partida de las abejas hacia su próxima morada. Ya sabemos que afuera sobra el alimento. Las abejas notan que la reina pierde tiempo tratando de encontrar celdas vacías donde depositar sus huevos y se pasea agitada por los panales buscando afanosa donde poner sus proles, es frecuente ver en tales circunstancias mas de un huevo en cada celdas, éstas celdillas que se van desocupando, son rápidamente ocupadas y a las abejas no les resulta fácil encontrar sitios libes donde depositar sus carga .Como no existe lugar donde construir mas panales, las generaciones de abejas en edad de construir se hacen pecoreadotas prematuramente, lo que intensifica el flujo de recolección acentuando más la competencia por el espacio útil, tal densidad de población provoca un ascenso de la temperatura dentro del nido, lo que obliga a las abejas a salir formando cúmulos ociosos que cuelgan como racimo en la entrada de las colmenas que parecen estallar.




 Es cuando entonces, en los extremos más bajos de la zona de cría, las abejas comienzan a criar a las futuras reinas, construyendo para ellas una celda muy particular: vertical y alargada unos dos cm (cuando está operculada). A veces cuando la situación es emergente, transforman en celda real a cualquiera que les parezca, el único requisito indispensable para que nazca reina es que dentro exista un simple huevo fecundado o una larva de menos de tres días de nacida no partenogénica, que será alimentada abundante y exclusivamente con Jalea Real durante toda su vida, mientras que las obreras y los zánganos después de estos tres días de desarrollo larval se alimentaran de polen y miel. Como garantía para un mejor criterio de selectividad, las abejas se aseguran de criar con igual dedicación no solo a una, sino a múltiples de estas aspirantes a reinas, de las cuales una deberá convencer a la colonia por combate e muerte con sus adversarias que es la mejor entre todas, y solo esa quedará. Las abejas nacidas reinas, por naturaleza tienen un antagonismo congénito por sus similares, no tolerando la presencia de sus pares con celo absoluto.

 Durante mucho tiempo se pensó que las abejas reinas no tenían aguijón, pues es posible manipularlas confiadamente con las manos desnudas, sin ser picados por ellas; pero lo cierto es que sí lo tienen, incluso más potente y con más veneno; lo curioso de esto, es que solo lo usan contra otra hembra con capacidad reproductiva, es decir, otra reina. Pero todo esto está aún por suceder, solo cuando las celdas reales están próximas a eclosionar y poco antes de que nazcan las jóvenes reinas, las abejas y la reina madre comienzan a prepararse para su partida, primero un grupo de abejas exploradoras inspeccionan las zonas aledañas buscando posibles lugares donde asentarse y una vez ubicado este sitio, comienza la agitación, todas las abejas expedicionarias repletan sus abdómenes de miel, se acumulan ruidosamente a la entrada del nido y se elevan en remolino formando un verdadero torbellino viviente sobre el sitio que ya no será más suyo, con total desapego y resolución abandonan el lugar donde nacieron y por el cual, entregarían inevitablemente sus vidas. La nube de abejas se desprende del nido, sube y se orienta, luego, con un movimiento aerostático, lentamente se aleja.

 Pero el antiguo nido no-queda en la desolación ni la tristeza, solo pasaran dos semanas mas, para que otra joven y briosa reina reanude la postura, en el enjambre partieron casi todas las abejas voladoras, que son las antiguas, las que pecorean; Pero dejaron suficientes reservas de alimentos para que la próxima generación pueda desarrollarse óptimamente sin ningún grado de estrés por carencia de nutrientes. Las abejas que nacen dejan libres sus celdas y estas son remodeladas escrupulosamente esperando la postura.






 Horas después de la partida del enjambre las jóvenes reinas roen con sus mandíbulas los bordes del opérculo y salen; de inmediato se organiza sobre ella un sequito de nodrizas que la examinan meticulosamente, limpiándola y alimentándola con su dosis de jalea real, al principio se mueve sin coordinación, se retuerce temblorosa y pareciera que estuviese mal; pero esto no es mas que una gimnasia para concienciar sus músculos, un calentamiento de rutina. Después de un rato se la ve ágil como “loba”recorriendo el nido en busca de posibles rivales que eliminar. De cierta manera las abejas advierten a reinas incompetentes y ellas mismas la eliminan evitándole a las reinas fuertes, peleas innecesarias y posibles accidentes y solo después de haber advertido de la supremacía de una de ellas, se abalanzan contra la perdedora, despedazándola sin piedad. La reina escogida está en su etapa de estro, en ella van madurando sus órganos sexuales y se pasea por la colmena anunciando con su particular olor, que ya está aquí, lista para fecundarse. A los pocos días se va acercando a la entrada del nido, luego hace salidas cortas cada vez más prolongadas; y de un momento a otro, vuela lejos en busca de los zánganos. Los pormenores del apareamiento y la cópula se verán después. Baste decir ahora, que durante este proceso, la reina acumula espermios para toda su larga vida útil, cientos de millones de células germinales masculinas o espermatozoides activos provenientes de hasta veintitantos machos, son la carga genética de infinitas posibilidades de renovación que trae esta reina en su prolongado abdomen, es el único gran y valioso acopio de material que esta especial Obrera hace en toda su vida, y lo atesora en sus entrañas. Cuando esta empiece a poner huevos no se detendrá hasta morir o que la maten. La reina ha regresado de su último vuelo nupcial... en pocos días se verán en el fondo de los opérculos oscuros, los minúsculos y delicados embriones de nuevas abejas, que nacerán 21 días después y al mes estarán pecoreando. Pueden darse situaciones en que la reina retarda su postura, pero estas son excepciones que seguramente obedecen a circunstancias muy particulares. También puede suceder que la reina no acopie suficiente esperma durante su fecundación, en cuyo caso empezará su postura a tiempo y con buen ritmo, pero pronto se agotará el contenido de su espermateca y solo podrá concebir después de esto a puros zánganos. Pero estos infortunios son pormenores, son eventos fallidos, son la excepción y en ningún caso regla.



 La situación del enjambre que partió será diferente, pues su reina está fértil y madura. Seguramente hicieron escala en la rama de un árbol, pero una vez ocupada la nueva morada empiezan con urgencia las actividades de construcción de los panales y crecen aceleradamente conformando el nuevo nido con cera blanca y limpia en muy poco tiempo, Simultáneamente la reina reanuda su postura y en cuestión de pocas semanas será una colmena fuerte



 Y es así que en el nido antiguo, donde todo está construido y con reservas suficientes de alimentos, predominaran las crías, y las abejas jóvenes incapaces de pecorear; y en contraposición complementaria, en el nuevo nido por construir, predominarán las abejas adultas capaces de construir y pecorear pero carece de crías. Es por eso que la dinámica del desarrollo no se rompe, las dos partes tienen que recuperarse de algo que carecen, pero ese algo esta asegurado de antemano en un estado potencial, y al expresarse naturalmente, restituye el defecto y devuelve el equilibrio al sistema en el tiempo más breve posible.

 La familia que se queda, no tiene reina fértil, pero si abundante cría en todos sus estadios, la familia que migra carece de crías, pero tiene a la reina fértil capaz de poner huevos de inmediato. Las abejas pecoreadoras que una vez fueron tan numerosas en la colmena progenitora, que parecían sobrar, fueron capaces de asegurar por una parte las reservas de alimento a la joven familia incapaz de conseguirlo, así como de construir la morada donde continuar junto a su reina la génesis de un nuevo nido.






A veces, cuando las condiciones son muy buenas, y la población es demasiado numerosa, puede presentarse una situación en que las colonias aprovechan ese impulso y enjambran una segunda o tercera vez más. A estos enjambres posteriores y que suelen ser menos poblado cada vez, se les reconoce como Enjambres secundarios; la dinámica de estas menores familias es un poco diferente y no siempre tienen éxito. Sucede a los pocos días de la partida del enjambre primario, cuando las condiciones dentro de la colmena aún no son las óptimas, (exceso de población y poco espacio), y cuentan con numerosas celdas reales maduras, se han registrado hasta 60 celdas reales en una colonia. La primera de estas reinas que logre salir del capullo sana, será la que comandará el segundo enjambre, ella es la única alternativa de consolidación de esta arriesgada maniobra de formar otra familia, y si fracasa, ese grupo de abejas no durará mucho tiempo.



 Las garantías de supervivencia de los Enjambres Secundarios dependerán en primer lugar; de la suerte que corra la reina. Esta esperará que se ejecuten las primeras labores de ubicación, construcción y acondicionamiento del nido y luego irá a cazar zánganos para colectar esperma, si algo llegase a sucederle ya sea siendo presa de un entomófago, o de un mal apicultor, o si pierde el rumbo, o si la sorprende una tormenta, todo habrá acabado para esa bisoña familia, pues no podrán criar a otra nueva reina; su destino será muy probablemente criar solo zánganos hasta el colapso. Si la reina logra con éxito su misión, la colonia prosperará y podrá aprovecharse de los flujos tardíos y sobrevivir.

 Y en un segundo lugar, él numero de abejas deben ser suficientes: Por debajo de cierta masa critica y sin un apoyo externo, la reducida cantidad de abejas no podrán construir lo suficientemente rápido como para satisfacer las demandas por el espacio, y una reina fecundada muy poco puede hacer por eso, se verá a una reina joven y fértil derrochando su extraordinaria capacidad reproductiva, depositando huevos por todos lados, que no podrán criar. Tampoco podrán aprovechar las últimas disponibilidades de néctar para soportar las carencias del invierno, y morirán.

 En el proceso de la Enjambrazon intervienen cláusulas de selección muy eficientes que enriquecen con una renovación continua la multiplicidad genética de las poblaciones de abejas, así como la dinámica de su demografía a nivel poblacional. De esta manera la abeja se desplaza, y se va adaptando con notable flexibilidad a los nuevos ambientes que coloniza, siendo parte imprescindible de todos los ecosistemas donde predominen las plantas con flores, desde que estas existen.




 Como es obvio la enjambrazon es un fenómeno inherente a las abejas, por tanto está determinado por la expresión de ciertos genes que son de extrema importancia para que la abeja subsista. Para los criadores de abejas, este fenómeno constituye un verdadero problema que demanda medidas prácticas y oportunas con el fin evitar la perdida del material vivo. Los criadores en su afán por seleccionar y mejorar las razas de abejas para la producción, van buscando en ellas cualidades tales como; La resistencia o tolerancia a las enfermedades, la buena productividad, la mansedumbre, la capacidad de aseo, y también, como una cualidad negativa”la tendencia a enjambrar”. El protocolo más simple que se ejecuta, es el de eliminar a la reina de la colmena marcada como enjambradora - pero ¡cuidado! Las colmenas enjambran cuando son sanas y fuertes; podríamos estar destruyendo por una valoración prejuiciosa, una cepa extraordinariamente buena. Hay que tener mucha prudencia en estos manejos y monitorear los nidos dando más espacio y destruyendo las celdas indeseables, o aprovechar ese momento fecundo en beneficio propio y multiplicar el número de sus colmenas productivas.


Hay una tendencia a pensar que las celdas reales que las colmenas crían, conocidas como celdas de enjambrazon son de mala calidad y es mejor destruirlas antes que utilizarlas para instituir un núcleo o nueva familia artificial, pero lo cierto es que estas futuras reinas han sido escrupulosamente seleccionadas, cuidadas y alimentadas por las propias abejas, por tanto, que crédito podrían tener tales argumentos. Pero claro: nos inducen a creer que siempre es más fácil y seguro confiar en los métodos y la experiencia de un buen criador de reinas y comprárselas, cosa que no es más que una mera falacia mercantil carente de un real sentido.









IV-Las Colonias Zanganeras.


 Ya sabemos que para que una abeja nazca reina deben cumplirse al menos dos primicias fundamentales: que la larva en cuestión no exceda los tres días de desarrollo y que no sea haploide, de origen partenogénico o de zángano. También hay que tener en cuenta que no son pocos los riesgos que una reina enfrenta en el intento por fecundarse y siempre está latente la posibilidad de que muera por cualquier adversidad como la de ser un exquisito bocado para un ave o una avispa, por ejemplo.

En cuestión, una familia se considera zanganera cuando en ellas solamente se crían zánganos, es decir, individuos machos. Esto únicamente puede ocurrir porque a la reina se le ha agotado las reservas de semen para fertilizar los huevos, o no está presente.

 En el primer caso estaría dado por una fecundación ineficiente e incompleta en el momento del vuelo nupcial, o por algún cambio brusco de temperatura que inactivara a los espermatozoides, o por condición natural de vejes de ésta; lo que se traduce en que esta reina ya no es capaz de fertilizar sus huevos y por ende serán todos zánganos.

 En el segundo caso las abejas advierten que la reina no está presente y pronto se preparan a criar a una futura reina, aún tienen tiempo suficiente; puesto que las abejas se percatan de la ausencia de su reina a las pocas horas de no estar ésta y lo hacen notar tornándose más irritables y bulliciosas. Aun están disponibles las últimas posturas de la desaparecida reina, que demoran tres días en eclosionar. Las abejas pierden la posibilidad de criar a una futura reina a los 6 días después que depositó sus últimas posturas. Por tanto, la colmena va a tener una ultima oportunidad de criar a su reina, pero ¿ qué pasa si este intento falla? El resultado es sorprendente. Dentro del nido no existe reina, pero empieza a verse huevos por todos lados en gran cantidad, con un patrón caótico de varios por celda, en las paredes de las celdas, y todos son de zánganos.

 Las obreras y la reina a diferencia de los zánganos se desarrollan a partir de un huevo debidamente fecundado y ambas son hembras, entre las dos compendian una madre perfecta, excesivamente fecunda y con un desvelo congénito por su descendencia; pero si las vemos por separado nos damos cuenta que la reina puede depositar cientos de miles de huevos en su vida, pero nada hace por alimentarlos ni protegerlos, esta imprescindible labor le corresponde a las obreras que elaboran el alimento y lo suministran, limpian, ordenan, y mueren por defender su nido, pero sus órganos sexuales están inhibidos y son incapaces de procrear. Las abejas obreras y la reina, complementan a un ente femenino muy organizado, por un lado la reina presenta el sistema reproductivo exacerbado o potenciados con órganos sexuales muy desarrollados y eficientes, sin embargo, su sistema nervioso no es tan significativo como el de las obreras que tienen que lidiar con muchísimos mas estímulos durante su corta vida y que son al final las que crían y mantienen. Pero esta condición que hace que permanezcan inhibidos los órganos sexuales de las obreras, sucede en virtud de la acción de ciertas hormonas que la misma reina produce y que son fundamentales para el buen funcionamiento de la colonia, en este caso, cuando la reina no está, el agente inhibitorio desaparece y los rudimentarios ovarios de las hembras obreras vuelven a expresarse y desarrollan huevos, que obviamente no estarán fecundados, y serán todos de zánganos.

 Los días de las colonias Zanganeras están contados, y una vez que acontece es muy difícil revertirlo, las primeras generaciones de zánganos que nazcan podrán competir con los zánganos de las colonias normales y alguno tendrá la posibilidad de transmitir su herencia como ultimo suspiro antes de la extinción, pero con el tiempo las abejas envejecerán y morirán y no podrán ni siquiera seguir criando zánganos.

 Para los apicultores las colonias zanganearas no tienen ningún valor y puede verse como catastrófico, pero por lo general, en condiciones normales y practicando bien la apicultura los índices de zanganerismo son muy bajos, de cualquier manera se podría pensar, que el hecho que otras colonias no se vuelva zanganeras, depende también de que hayan buenos zánganos y hasta el momento no hay reportes que argumenten la inferioridad reproductiva de los zánganos criados por colonias zanganeras.

jueves, 14 de julio de 2011

Permapicultura en Chile o Contrapicultura.



           Dedicado a mi maestro y amigo Oscar Perone.

      El que no haya escuchado hablar de Masanobu Fukuoka, de Rudolf Steiner, Bill Mollison, o Manuel Oksman; por favor, averígüelo. A mi entender, son como esas burbujas de gas, que por alguna razón se forman en el fondo de un lago y sin importar lo impuro que es, ascienden y explotan en la superficie sin que su contenido se contamine de lodo y se hace viento. Dueños de la simple y gran obra del darse cuenta que nada más perfecto hay que lo que la naturaleza, espontánea y naturalmente (valga la redundancia), hace. Y del conocimiento que permitiría al hombre aprovechar esa naturaleza de manera óptima sin dañarla, sin la pretensión de que ésta, de más de lo que puede en detrimento de sí misma, porque como parte de ella, ese detrimento repercutirá en nosotros.

      Hay que saber que la vida de un ser humano, tal cual somos no dura un siglo, y que un siglo en la historia del universo es poco más de cero, tan poco que de cierta perspectiva es cero, es nada. A menos que entendamos, que somos tal cual, el universo mismo, la naturaleza misma, nuestra vida será tan efímera como una estación, como el tiempo que demora la luna en dar una vuelta a la tierra, o el fugaz electrón al núcleo de átomo que lo sostiene, un cualquier mínimo infinitesimal número ene…un miserable número, un tic en el reloj de la eternidad del tiempo.





      A mí me gusta hablar de las abejas, me gusta saber que están ahí, que revolotean incansablemente cual laboriosas e intransigentes jardineras, cuando las flores necesitan convertirse en fruto. Porque las flores deben ser polinizadas, fecundas. Porque la semilla debe caer a tierra para cuando llegue la lluvia y germinar. Porque hoja, raíz, tallo, flor, fruto y semilla es alimento de todo lo que sobre la tierra vive de forma orgánica. Semilla es una nueva planta y alimento, porque todo lo que de ella se deriva, alimento es. Y así, por la magia de la clorofila y su fotosíntesis, lo que nos toca de sol se reparte a granos de sol para toda célula que ha vivido, vive y vivirá en éste planeta. Que triste sería de la vida del hombre sin miel, manzanas… o chuletas, pero la verdad, será aún más triste.

      Escuchar hablar de la desaparición de las abejas me produce vértigo, espanto. Y no precisamente porque como apicultor perdería mi fuente de ingresos o mi hobby, sino porque presiento que sin ellas (en el mejor de los casos) la tierra quedaría en muy poco tiempo como hace 150 millones de años, después del cataclismo que le puso fin a la gran era Mesozoica. Recuperándose de la extinción de millones de especies… sin humanos, ni abejas, ni plantas con flores. Y alguien pensará “en todo el tiempo precolombino, antes que fuera traída de Europa en el siglo XVI la abeja melífera, nunca este continente que hoy llamamos América tuvo tal biodiversidad, ¿qué falta hacía la abeja melífera entonces?” Bueno, hay que ser objetivos y ver a que velocidad se está extinguiendo la abeja melipona, la trigona y muchas otras especies de ápidos menos conocidos, a la par de los bosques donde sólo viven, pocos dan cuenta de eso, pero les aseguro que esos datos son más espantosos. La historia incontable sería un hito sin precedentes, la súper especie, nosotros, los humanos, los racionales, los que planifican, los que entienden, los que leen y escriben, se auto extinguen masivamente en menos de lo que dura un lustro. Y ese tiempo contará a partir del día en que Apis melífera deje de existir por la causa que sea. Hay que entender que no es un tema trivial, aunque a la inmensa mayoría de la gente no le interese.





      Y es ahora cuando me toca decir: que el que no haya escuchado hablar de Oscar Perone por favor averígüelo, este singular personaje está aquí: www.oscarperone.com.ar  y sobretodo le agradezco haber sido la primera persona en haber puesto humildemente el primer comentario en este blog, cuando nacía, hace ya casi cuatro años, cuando aún confiaba yo, aunque ya un poco escéptico (como alguien que ha ahondado un poco en las ciencias biológicas y en la apicultura), en las formas convencionales de cultivar, o “explotar industrialmente” a las abejas. Sus postulados no sólo desmontan ladrillo a ladrillo las columnas del paradigma de la condenada industria apícola mundial en franca crisis, sino que da bases para enmendar los errores en que ha incurrido, que no son pocos. Dándonos a los que amamos a las abejas mucho más que fe.



      No puedo dejar de agradecer de todo corazón al amigo Esteban Campestre Bruna Hauser y su señora Sonia Campestre por haber creado las condiciones para que se efectuara el pasado 8, 9 y 10 de julio lo que históricamente ha sido la primera exposición del maestro Perone en Chile, en la hermosa y hospitalaria localidad de Puerto Octay. Allí, los que tuvimos la suerte de asistir, fuimos testigos de la impresionante calidad expositiva de Perone, arremetiendo con nobleza, marcado humor, firme confrontacionismo y  convincentes argumentos contra la poderosa maquinaria que ha pretendido sodomizar y esclavizar a lo que él llama "el animal colmena", y en fin de cuenta, a su apicultor. Allí estuvimos apicultores y no apicultores, permacultores y no permacultores, agrónomos, técnicos, ecologistas, místicos, emprendedores y hasta alguien que iluminado por la casualidad, quiso saber que cosa era la Permapicultura, por rara palabra y sin previo antecedente. Todos nos fuimos con la convicción de llevarnos algo valioso a la casa en forma de novedoso y esencial conocimiento. Gracias Esteban.

      Hay gente que necesitamos que nos abran los ojos, por cuanto deben haber voces que nos hagan ver. Así, el que tenga oídos para oír, que escuche.

      El potencial de la apicultura en Chile, está en los bosques, en la inmensa riqueza forestal y el gran índice de endemismo de la mayoría de sus especies melíferas, en la fertilidad de sus tierras del centro y sur, en esos sitos donde el matorral primario aún se conserva  intacto o casi intacto, lejos de la acción corrosiva de los extensos monocultivos y sus manejos. Pero ya se advierte y cada vez más de prisa que los apicultores estamos sumidos en el atolladero de la industria que impone las opciones de crianza y producción, ciertas empresas e instituciones del rubro, que obran de intermediarios, de grandes inversiones, a quienes les costaría mucho reconocer que lo que se plantea, no está para nada carente de razón. Porque es bien sabido que no es al apicultor, al que van las ganancias de su esfuerzo, sino a los grandes o pequeños vendedores de parafernalias e insumos apícolas, y productos de aplicación ya sea como medicamentos, promotores o estimuladores y alimentos suplementarios que no pueden ser otra cosa más que tóxicos para las abejas, por cuanto nada tienen de propóleos, cera, polen o miel. Que la historia de nuestra apicultura convencional tal cual la aprendimos y su siglo y medio de existencia, nada es contra el millón y medio de siglos de existencia de las abejas melíferas en la biosfera de la tierra. Apremia el momento de dar vuelta a esta condición y devolverle a las abejas su condición natural para que exista y existamos. Es cierto, como dijo Martí, que hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas, pero otras como ésta, deben ser promulgada a los ocho vientos, por todos los medios posibles.

      Pude ver la voz silenciosa del auditorio que clamaba agradecido en su expresión de júbilo, entre aplausos “gracias Oscar”.